Santo Domingo RD.- En noviembre de ese año, la revista ERES soltó un notición: José Enrique Crousillat —el productor detrás de Marielena (1992) con Lucía Méndez, Guadalupe (1993) con Adela Noriega y Leonela (1997) con Mariana Levy— preparaba su siguiente telenovela bomba: nada menos que el remake de “Cristal” de Delia Fiallo. Y su primera opción para protagonista era la reina absoluta de las Marías: Thalía.
Pero ahí no paraba la cosa: Crousillat le ofrecía carta blanca para elegir a su galán protagónico. Un lujo que pocas veces se había visto en la industria. El proyecto ya había tenido varias vidas: en 1996 estaba en manos de José Alberto Castro (con Verónica Castro como Helena Rojo), luego pasó a Valentín Pimstein (con Natalia Esperón como Adela Noriega), hasta que en el ‘97 parecía definitivo con Thalía. Finalmente, el plan se desinfló y Carla Estrada lo rescató, transformándolo en “El Privilegio de Amar” (1998).
Ese mismo año, Thalía también dijo “no, gracias” a otro proyectazo: la entonces llamada Su Nombre es Daniela, donde las candidatas protagónicas eran ella,
Adela Noriega y Aylín Mujica. ¿El desenlace? Nada menos que La Usurpadora (1998) con Gaby Spanic.
Mientras tanto, Paulina Rubio también hacía ruido en noviembre del ‘97 confirmando que Emilio Larrosa escribía una telenovela hecha a su medida: “Las Vías del Amor”. La Chica Dorada lo explicó con emoción:
“Es una historia que están escribiendo para mí desde hace seis meses, que me motiva muchísimo porque los personajes tienen características reales y problemáticas no tan sobre-dramatizadas. Cuando me la propuso Emilio Larrosa, me gustó porque tiene que ver conmigo, pero no de una forma directa, sino de una manera en la cual yo me reflejo con una chava como lo es mi personaje en ‘Las Vías del Amor’…”
Lo jugoso del rumor era que el proyecto originalmente estaba pensado para Selena Quintanilla y, tras su trágica muerte, fue ofrecido a Bibi Gaytán antes de llegar a Paulina.
Otra novela que Rubio rechazó fue la que en un inicio iba a llamarse Bajo el Puente (luego Más Allá del Puente). La idea era revivir al personaje de Lupita —que Itatí Cantoral interpretó en De Frente al Sol (1992)—, pero esta vez encarnado por Paulina. Por compromisos musicales, se bajó del barco y el papel terminó en manos de Amairani Gutiérrez.
Así, entre planes que nunca se concretaron y proyectos que mutaron en clásicos, Thalía y Paulina estuvieron a un paso de cambiar para siempre el rumbo de la telenovela mexicana de los 90.