Santo Domingo RD.- “Tenía como 9 o 10 años cuando viajé a Puerto Rico. Iba solo, en business class, por contrato con Televisa.
Se sienta a mi lado un señor mayor, muy amable, y me empieza a hacer plática como si habláramos entre niños. Me preguntó mi nombre, le dije ‘Pedrito’, y me respondió: ‘Mucho gusto, yo soy Mario’. Platicamos tranquilos durante el vuelo.
Al aterrizar, una sobrecargo nos pidió a los dos que esperáramos hasta que todos bajaran. Yo entendía por qué me lo pedían a mí, pero no entendía por qué también a él.
Cuando por fin bajamos, había una multitud afuera del avión, y mientras lo despedía, él me dijo: ‘Fíjate nada más, yo creyendo que toda esta gente estaba aquí por mí… y vinieron por ti. Me encantó conocerte. Espero verte pronto en México. Mario Moreno, Cantinflas’. Me quedé en shock.”
“Fue un momento inolvidable. Yo no lo había reconocido, pero él se tomó el tiempo de hablar conmigo, como un amigo. Y eso habla de su grandeza. En ese tiempo mi referente era Adalberto Martínez ‘Resortes’, que fue mi padrino en el cine con La Mochila Azul.
Pero aquel encuentro con Cantinflas me enseñó que la humildad de los grandes es lo que más los hace inolvidables.”
Pedro Fernández recuerda la vez que compartió un vuelo —y una charla entrañable— con el mismísimo Cantinflas, sin saber que estaba sentado al lado de una de las leyendas más grandes de México.