Santo Domingo RD.- CLAUDIA CARDINALE nunca tuvo la intención de convertirse en estrella de cine, y ni siquiera hablaba italiano con fluidez al comienzo de su carrera.

Nacida en Túnez de padres sicilianos, Claudia creció hablando francés y árabe. En 1957, ganó un concurso de belleza en Túnez y el premio fue un viaje al Festival de Cine de Venecia, donde inmediatamente llamó la atención de los cineastas italianos. Le llovieron las ofertas… ¡pero las rechazó todas!

¿Por qué? Porque soñaba con ser maestra, no actriz, y era profundamente tímida. Pero el destino tenía otros planes. Finalmente, aceptó probar suerte en la actuación, con una estricta condición:

Su voz no podía ser doblada por nadie.

Esta decisión la ayudó a desarrollar su característica voz sensual y ronca, que más tarde se convirtió en un sello distintivo de su presencia en la pantalla.
A partir de ese momento, Claudia Cardinale se convirtió en uno de los rostros más reconocibles del cine europeo, protagonizando clásicos como ‘El

Gatopardo’, ‘8½’ y ‘Érase una vez en el Oeste’.

Ella no eligió las luces, estas la encontraron y la iluminaron con gracia, misterio y fuerza.